La tía Margie: La maldita clave del baño
Nuestro primer contacto con un país nórdico —el día que casi arranco una puerta en Suecia— terminó, digamos, que bien. Sin embargo, nada hacía presagiar que otra maldita puerta sería la culpable de nuestra segunda anécdota para recordar en ese viaje aparentemente inocente.
Mi tía Margie y yo nos levantamos a la mañana siguiente extasiadas por conocer Estocolmo, compramos un bono turístico en el que se incluía la entrada a todos los museos —algunos no son lo más interesante del mundo pero, oye, te quitan un rato de frío— un paseo en barco y el uso de todos los medios de ...